
Al día siguiente, vuelta a buscar hotel y con la incertidumbre de saber ni cuánto, ni cómo, ni dónde. Por suerte, los del primer hotel reconocieron que había sido un "mistake" suyo y tuvimos que volver con las maletas y, aunque nuestras habitaciones no estaban todavía listas, nos permitieron dejar allí todos los bártulos. Esta vez, la chica de recepción era encantadora.
Fuímos a ver un par de sitios míticos guiadas por la amiga alemana de una de mis amigas (que no vive en Berlín, por cierto), luego nos llevó hasta la otra punta de Berlín para caminar por una calle durante kilómetros y kilómetros... para comer una
Volvimos al hotel y comprobamos estupefactas como dos recepcionistas ataviadas con docenas de objetos de Doce&Gabbana, nos trataban como a la mierda y nos querían cobrar mucho más de la cuenta, intentando cobrarnos el importe pactado para la noche del viernes, que era mucho más cara, y no la del sábado. Muy monas, pero sumamente incompetentes, aún con el papel de confirmación y el número de reserva delante de sus narices. Además le dije a una de ellas (la más pija, por dar más datos) si por favor, podía ir cogiendo nuestras maletas y me dijo secamente que cuando tuviésemos las llaves de las habitaciones. Cuando se dignó a dárnoslas me soltó un: "you're welcome" bien sonoro, a lo que yo respondí malhumorada en español que si no le había dado las gracias era porque no tenía motivo para hacerlo. Ahí me perdió la ira.
Cuando por fin parecía que todo estaba como debía, descubro que la cama supletoria (en la que yo dormía) estaba sin hacer. Mientras dos amigas se quedaban en la habitación yo bajé con la amiga alemana que le dijo a la recepcionista que la cama no estaba hecha y toda sonriente dijo que no había problema. La amiga alemana de mi amiga, que habla de
Después de 20 min. esperando sentada en la habitación a que viniesen a hacer mi cama, decidí ir al WC, que estaba separado de la bañera y del resto de la habitación. Llaman a la puerta, me subo los pantalones corriendo y cuando abro, veo a dos tías vestidas de calle tirando la funda del sofá cama por el suelo, a un tío con un nórdico en los brazos en la puerta y me cago en todo. Se van, dejando tirados los cojines en el suelo, la funda del sofá en la mesita de noche (?????). Ahí es cuando ya pienso que nada puede ir peor y asalto nuestro mini-bar-portatil-made-in-Spain.
Salimos tarde del hotel, otra vez paradas y paradas de metro para ir a una zona de marcha que promete y comer un quebab que me remató (de lo llena que estaba ya de las salchichas). Luego nos metimos en un bar donde solo había gente tomando cafés tranquilamente. Y cuando ya estaba de bajón total, cogimos un taxi que nos llevó a lo que la chica alemana calificó como discoteca guay o algo así. Ya en la zona, nos asaltó un jovenzuelo inmigrante que pensó que iba a pasar una noche de placer con nosotras convertidas en harén o algo así y del que nos costó desembarazarnos. Después de esto, nos fuimos a la cola de la discoteca, donde una tía ataviada con una cazadora de la US Army, nos miró de arriba abajo para no dejarnos pasar. El local se llama Felix, por si alguien quiere no ir y parece que es bastante exclusivo. Así que estábamos en medio de la nada, a las 3 y pico de la mañana (hora nueva, para más narices). Todo por no buscar información y fiarnos del buen criterio de la chica esta alemana, que se lo agradezco un montón, pero podía habernos preguntado a qué tipo de sitios preferíamos ir, más que nada porque la vestimenta del equipaje de mano no era adecuada para un garito así. Si hubiese podido llevar el baúl que me suele acompañar, entonces ya sí.
Intenté preguntarle a un poli cómicamente adónde podíamos ir que no hubiese ese ambiente y me dijo que no tenía ni idea. Conclusión: a las 4:30 estaba intentando (porque me había tomado un red bull y no podía) dormir. Decepcionada con el fin de semana tan desastroso que tuvimos.
Así que tendré que volver a Berlín en otro momento, con más tiempo, preparada para lo peor y sin muchas expectativas.