Puede que fuera por el té de menta, por el calor africano de la ciudad, por el pequeño oasis en medio del desierto o por el cansacio acumulado. El caso es que el Jardín Majorelle nos encantó. A mí es que me gustan mucho los colores vivos y las combinaciones cantosas, llámame hortera. Después de venir de la Menara, que no nos gustó demasiado, nos recuperamos de la decepción por todo lo alto.
Yo era un tanto escéptica a esta visita, ya que por mucho Yves Saint Laurent que sea su propietario, pensaba que sería el típico reclamo estúpido para turistas. Pero no, descubrí un jardincito la mar de mono, con colores alegres y pacificante (¿existe esta palabra?).
Toma su nombre de su creador, Jacques Majorelle, un pintor francés hijo de artistas que viajó por medio mundo y se enamoró de lo árabe y lo oriental. Hasta que descubrió Marrakech, que se convirtió en una parte muy importante de su vida. Llegó incluso convertirse en un embajador de la ciudad, de la que llegó a pintar pósters para su promoción. Posteriormente descubriría el África negra, que se dedicó a plasmar en sus pinturas.
Pero siempre retornaba a esta ciudad, hasta que en 1924 empezó la construcción de su propiedad. La residencia principal se construyó a imagen y semejanza de los palacios de Marrakech: simplicidad de líneas, fuentes de agua y vegetación exuberante. Durante años se dedicó a coleccionar plantas que mandaba traer de todas partes del mundo para formar su pequeño jardín botánico.
Está abierto al público desde 1947, aunque no fue hasta 1980 cuando Yves Saint Laurent y Pierre Bergé lo compraron para restaurarlo, ya que estaba bastante deteriorado desde la muerte de su creador en 1962. Hoy en día también contiene el museo de arte islámico.
Lo que más llama la atención es el jardín con los diferentes cactus (que me fascinan), así como el estanque de nenúfares decorado con jarrones de colores vivos y habitado por sapos, peces de colores y tortugas. Es gracioso estar mirando al estanque y ver asomarse desde el fondo una tortuguita nadadora o ver a un sapito croando en una esquina. Todo muy verde, muy colorista y muy luminoso. Pero sobre todo, muy tranquilo. El lugar perfecto para alejarse un poco del bullicioso Marrakech para tomarse un ratito de relax en medio del fresquito que produce la sombra de los árboles.
Lo que más llama la atención es el jardín con los diferentes cactus (que me fascinan), así como el estanque de nenúfares decorado con jarrones de colores vivos y habitado por sapos, peces de colores y tortugas. Es gracioso estar mirando al estanque y ver asomarse desde el fondo una tortuguita nadadora o ver a un sapito croando en una esquina. Todo muy verde, muy colorista y muy luminoso. Pero sobre todo, muy tranquilo. El lugar perfecto para alejarse un poco del bullicioso Marrakech para tomarse un ratito de relax en medio del fresquito que produce la sombra de los árboles.
Que nadie se espere un jardín gigante, sino todo lo contrario, es un recinto bastante pequeñito, pero merece la pena visitarlo.
Había apuntado el precio de la entrada, pero parece que lo he perdido. Creo que son 10 o 20 dirhams. Se pueden ver fotos del recinto aquí.
Jardín MajorelleMarrakech
Tel : (00212) 024 30 18 52
Fax : (00212) 024 30 18 94
E-mail : jardin.majorelle@menara.ma
Guía gratuíta de la ciudad en inglés
Conversor de monedas
Fotos: Raquel Ritz ©
View Raquel Ritz Viajes in a larger map
Me encanta le color añil. Me gusta el estanque.
ResponderEliminarEs todo muuuuuyyyy bonito.
ResponderEliminarOh si!
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