Voy a hablar aqui de lo que he experimentado en la Terminal 1. Es inmensa, con cientos y cientos de metros de espacio. Pensarás que podrás comprarte una revista, una chocolatina y una botella de agua para el vuelo. Pues no. En la parte superior hay varias cafeterías, una tienda de comestibles al vacío a la friolera de 20€ por bolsa. Sí, las bolsas son enormes, pero caras. Luego bajas a buscar algo en lo que gastar tu calderilla. ¿Qué tal un brazalete de oro, un fular de Gucci, una falda de Chanel y un bolso de Dior? Como única tienda por así decirlo económica, te encontraras Zara, que a mí síempre me parece carísima fuera de España.
Tampoco puedes sentarte tranquilamente a esperar, ya que no hay asientos. Dedícate a recorrer cientos de metros en busca de un algo en el que poder gastar tu tiempo de mortal de clase media.
Tampoco esperes encontrar productos electrónicos, porque no hay más que una tienda pequeñita donde ni siquiera tienen el iPad3 a tres días después del lanzamiento.
Entonces, cuando te estas cagando en todo y caminas cienes de metros para ir a tu puerta de embarque, te encuentras montones de tiendas ya normales, donde poder comprar tus cosas.
Entonces es cuando las 5* estrellas empiezan a encajar. El aeropuerto cuenta con un tren sin conductor que te acercará a tu puerta de embarque. Rápido, eficiente y seguro. Y los que te parecían cientos de metros hasta llegar a tu puerta de embarque, se convierten en un paseo relajado sin gente empujando, aglomeraciones, ni estrés.
El aeropuerto, o por lo menos, la Terminal 1, sí que realmente se merecen 5*. Mención aparte merece el control de pasaportes a la ida, donde se agolpan miles, sí, miles de personas en dos colas interminables servidas por un sólo operario o dos, a lo sumo. Inaceptable. Nos tocó esperar 2 horas.
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