Una de las muchas maravillosas playas que tienen las Baleares y algunas zonas del Mediterráneo. Aguas cristalinas y kilómetros de finísima arena es lo que esta belleza tiene que ofrecer. Los yates se agolpan frente a ella y los guiris y sus familias se congratulan de haber sido tan listos de haber recorrido unos kilómetros hasta Colònia de Sant Jordi.
Una playa tranquila, con agua turquesa que hacen las delicias de los niños y sus padres, que pueden tomar el sol tranquilos sabiendo que sus niños no corren peligro. A no ser que se pierdan en los 2 kilómetros de playa o en sus dunas, claro.
Te aconsejo que vayas pronto, ya que a eso del mediodía la playa y el parking están a rebosar. Sobre las 10:30 u 11 es una buena hora para dejarse caer y no encontrarse con montones de coches por la estrecha carretera que conduce al aparcamiento. Y sí, para llegar, necesitas un medio de transporte.
De camino a la playa podrás observar la naturaleza y las dunas salvajes. De hecho, puedes oír a los pájaros mientras tomas el sol.
En la playa se disfruta de un poco de viento, que la verdad, se agradece mucho si no te gusta torrarte, como me pasa a mí. Pero puede llegar a ser desagradable en un día ya de por sí ventoso.
Lo mismo sucede con la comida y bebida, prepárate a pagar un montón o hazte con una neverita y unos bocadillos. No hay muchos bares y ya sabemos cómo son los precios. No te puedo hablar de la calidad, porque no probamos ninguno, que para eso ya teníamos nuestro hotel con todo incluido.
fotos © Raquel Ritz
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