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Belleza |
Hoy os voy a regalar un poco de vintage Ritz, de ahí ese color tan raro que tienen las fotos. Prometo renovarlas en cuanto pueda pasar los negativos antiguos a foto, así que de momento os tenéis que conformar con una copia en color de las fotos.
Corría 2002 y yo decidí irme a
Irlanda a mejorar mi inglés. Acababa de perder un puesto en una entrevista que, a todas luces, hubiera ido para mí, pero que se llevó otra porque ella había vivido en
Londres por un tiempo, y supusieron que su inglés era mejor. No sabéis lo impotente que me sentí, pero a la vez, ha cambiado mi vida irremediablemente.
Estaba también pendiente de poder empezar el ciclo de Agente de Viajes que había visto y para el que estaba en lista de espera por venir de una FP y no de una carrera o un instituto (¡a pesar de haber terminado BUP!), cosas de nuestra enseñanza.
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¡Ey Ritz, mira aquí, que 11 años más tarde vas a ser famosa en mi blog! |
Aunque mi intención era venirme a
Londres (siempre supe que Inglaterra era lo mío), me hicieron cambiar de idea y acabé en las afueras de
Dublín. En un lugar que por cierto, no me gustó nada aunque la ciudad en sí es preciosa. Un fin de semana nos fuimos de visita a
Galway y nos pasamos por los
Acantilados de Moher. A día de hoy sigue siendo uno de mis lugares favoritos.
Irlanda se parece a Galicia, tan verde y con esa naturaleza tan salvaje que parece que no ha tocado la mano del hombre todavía (¿y en qué más sitios se puede decir eso?)
Los acantilados son impresionantes, simplemente magníficos. Por poneros un ejemplo, hace poco estuve en
Beachy Head y me gustaron, pero no dejaba de pensar que los de Irlanda le daban mil vueltas. Nada menos que 8 kilómetros de mar bravo, roca y verde alzándose hasta 214 metros sobre el nivel del mar. Hay un sendero que recorre toda su longitud y si te acercas en coche (algo más que probable ya que están bastante aislados), hay aparcamiento en la zona.
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Pues sí que es bonito, sí.
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