Fuí a Berlín y si no conociese a tanta gente a la que le encanta esa ciudad, pensaría que es una MI-ER-DA. Las malas experiencias es lo que tienen.
Cogimos el vuelo 4530 de Easyet de Barcelona a Berlin Schoenefeld, que mira que ya he volado unas cuantas veces con ellos y hasta ahora muy contenta, pero si llega a ser mi primera vez, no repito. Los famosos turnos de embarque que se montan los respetaron hasta que llegó mi grupo, el C, donde todo el mundo entró ya en manada y sin control. Tiene narices que habiendo sacado la tarjeta de embarque con 2 (sí, 2) meses de antelación, mi grupo sea el C, pero bueno. Éramos 6 y a duras penas conseguimos coger plazas para todas juntas. En la cola del avión había las dos últimas filas. Como iba de primera del grupo, intenté poner mi equipaje de mano en la maletero de encima de nuestros asientos y una asistenta de vuelo me dijo sonrientemente que ahí no, con razón: estaban tooooodas sus cosas. Pues somos 6 y todas con equipaje, le dije. Lejos de preocuparse, se enganchó al teléfono para hablar con la azafata del morro del avión y no paraba de repeinarse. Creo yo que una de sus tareas debe ser ayudarte en estos casos, pero parece que para esta señorita su trabajo no era lo primordial o yo estoy muy equivocada en cuanto a la ayuda que debe recibir un pasajero. Mis acompañantes tuvieron exactamente el mismo problema y a una de ellas le sugirieron que dejase su maleta en la mitad del avión, que había sitio. Una vez allí otra de las azafatas le gritó que se apartase, que molestaba. Yo tuve que meter mi equipaje debajo del asiento delantero, con lo que pasé las 2:40 horas del vuelo sin poder estirar las piernas y bien acurrucadita en mi asiento. Al llegar al aeropuerto de destino, aunque la escalerrilla trasera se montó, todo el pasaje tuvo que bajar por la puerta delantera.
Llegamos al hotel a las 12 y pico de la noche, porque la línea de metro que teníamos que coger desde el aeropuerto no funcionaba con normalidad (vete tú a saber porqué, mi nulo conocimiento del alemán solo me dió para comprender que ese día el servicio era irregular) y tuvimos que coger 1 tren y dos metros diferentes. Nos esperaba un recepcionista que nos dijo con recochineo que lo sentía, que López no tenía reserva, sí Pérez, sí González, pero "noou lopez, nouuu" no aparece en la lista. Luego nos explicó que por el congreso europeo de médicos y por las celebracioens del aniversario de la UE, la ciudad estaba sin plazas hoteleras y habían decidido vender las nuestras. Según él no habíamos avisado de que llegaríamos tarde y además, la tarjeta que mi amiga había dado como garantía no había pasado. Todo ello con un tono bastante borde y prepotente. A esto ya casi nos había dado la 1 y él no movía ni un dedo para buscarnos una solución. Por fin nos mandaron a otro hotel de la cadena Accor, donde tuvimos que pagar un poco más y hasta el que tuvimos que caminar como un cuarto de hora. Si el recepcionista sabía, como dijo, que había plazas en otro hotel, ¿qué sentido tiene vender nuestras habitaciones y no las que están libres en el otro? Al llegar, todas se quedaron rendidas en la cama, menos una amiga y yo que bajamos para comprobar que el ambiete por nuestra zona era de yupies trajeados (recomendación de la recepcionista del nuevo hotel que fuésemos por esa parte).
Al día siguiente, vuelta a buscar hotel y con la incertidumbre de saber ni cuánto, ni cómo, ni dónde. Por suerte, los del primer hotel reconocieron que había sido un "mistake" suyo y tuvimos que volver con las maletas y, aunque nuestras habitaciones no estaban todavía listas, nos permitieron dejar allí todos los bártulos. Esta vez, la chica de recepción era encantadora.
Fuímos a ver un par de sitios míticos guiadas por la amiga alemana de una de mis amigas (que no vive en Berlín, por cierto), luego nos llevó hasta la otra punta de Berlín para caminar por una calle durante kilómetros y kilómetros... para comer unaputa salchicha alemana en un sitio que parecía la típica hamburguesería de barrio. Que yo le agradezco muchísimo que haya mediado entre nosotras y los empleados del Suitehotel para que la sangre no llegase al río y que nos haya ayudado tanto con el idioma, pero las caminatas me mataron.
Volvimos al hotel y comprobamos estupefactas como dos recepcionistas ataviadas con docenas de objetos de Doce&Gabbana, nos trataban como a la mierda y nos querían cobrar mucho más de la cuenta, intentando cobrarnos el importe pactado para la noche del viernes, que era mucho más cara, y no la del sábado. Muy monas, pero sumamente incompetentes, aún con el papel de confirmación y el número de reserva delante de sus narices. Además le dije a una de ellas (la más pija, por dar más datos) si por favor, podía ir cogiendo nuestras maletas y me dijo secamente que cuando tuviésemos las llaves de las habitaciones. Cuando se dignó a dárnoslas me soltó un: "you're welcome" bien sonoro, a lo que yo respondí malhumorada en español que si no le había dado las gracias era porque no tenía motivo para hacerlo. Ahí me perdió la ira.
Cuando por fin parecía que todo estaba como debía, descubro que la cama supletoria (en la que yo dormía) estaba sin hacer. Mientras dos amigas se quedaban en la habitación yo bajé con la amiga alemana que le dijo a la recepcionista que la cama no estaba hecha y toda sonriente dijo que no había problema. La amiga alemana de mi amiga, que habla deputa madre español, me dijo:"no te enerves" a lo que yo le respondí que nos habían tratado fatal, nos habían intentado timar, había sido unos incompetentes y aún encima ni nos habían pedido perdón y que lo de la cama ya era demasiado.
Después de 20 min. esperando sentada en la habitación a que viniesen a hacer mi cama, decidí ir al WC, que estaba separado de la bañera y del resto de la habitación. Llaman a la puerta, me subo los pantalones corriendo y cuando abro, veo a dos tías vestidas de calle tirando la funda del sofá cama por el suelo, a un tío con un nórdico en los brazos en la puerta y me cago en todo. Se van, dejando tirados los cojines en el suelo, la funda del sofá en la mesita de noche (?????). Ahí es cuando ya pienso que nada puede ir peor y asalto nuestro mini-bar-portatil-made-in-Spain.
Salimos tarde del hotel, otra vez paradas y paradas de metro para ir a una zona de marcha que promete y comer un quebab que me remató (de lo llena que estaba ya de las salchichas). Luego nos metimos en un bar donde solo había gente tomando cafés tranquilamente. Y cuando ya estaba de bajón total, cogimos un taxi que nos llevó a lo que la chica alemana calificó como discoteca guay o algo así. Ya en la zona, nos asaltó un jovenzuelo inmigrante que pensó que iba a pasar una noche de placer con nosotras convertidas en harén o algo así y del que nos costó desembarazarnos. Después de esto, nos fuimos a la cola de la discoteca, donde una tía ataviada con una cazadora de la US Army, nos miró de arriba abajo para no dejarnos pasar. El local se llama Felix, por si alguien quiere no ir y parece que es bastante exclusivo. Así que estábamos en medio de la nada, a las 3 y pico de la mañana (hora nueva, para más narices). Todo por no buscar información y fiarnos del buen criterio de la chica esta alemana, que se lo agradezco un montón, pero podía habernos preguntado a qué tipo de sitios preferíamos ir, más que nada porque la vestimenta del equipaje de mano no era adecuada para un garito así. Si hubiese podido llevar el baúl que me suele acompañar, entonces ya sí.
Intenté preguntarle a un poli cómicamente adónde podíamos ir que no hubiese ese ambiente y me dijo que no tenía ni idea. Conclusión: a las 4:30 estaba intentando (porque me había tomado un red bull y no podía) dormir. Decepcionada con el fin de semana tan desastroso que tuvimos.
Al día siguiente, vuelta a buscar hotel y con la incertidumbre de saber ni cuánto, ni cómo, ni dónde. Por suerte, los del primer hotel reconocieron que había sido un "mistake" suyo y tuvimos que volver con las maletas y, aunque nuestras habitaciones no estaban todavía listas, nos permitieron dejar allí todos los bártulos. Esta vez, la chica de recepción era encantadora.
Fuímos a ver un par de sitios míticos guiadas por la amiga alemana de una de mis amigas (que no vive en Berlín, por cierto), luego nos llevó hasta la otra punta de Berlín para caminar por una calle durante kilómetros y kilómetros... para comer una
Volvimos al hotel y comprobamos estupefactas como dos recepcionistas ataviadas con docenas de objetos de Doce&Gabbana, nos trataban como a la mierda y nos querían cobrar mucho más de la cuenta, intentando cobrarnos el importe pactado para la noche del viernes, que era mucho más cara, y no la del sábado. Muy monas, pero sumamente incompetentes, aún con el papel de confirmación y el número de reserva delante de sus narices. Además le dije a una de ellas (la más pija, por dar más datos) si por favor, podía ir cogiendo nuestras maletas y me dijo secamente que cuando tuviésemos las llaves de las habitaciones. Cuando se dignó a dárnoslas me soltó un: "you're welcome" bien sonoro, a lo que yo respondí malhumorada en español que si no le había dado las gracias era porque no tenía motivo para hacerlo. Ahí me perdió la ira.
Cuando por fin parecía que todo estaba como debía, descubro que la cama supletoria (en la que yo dormía) estaba sin hacer. Mientras dos amigas se quedaban en la habitación yo bajé con la amiga alemana que le dijo a la recepcionista que la cama no estaba hecha y toda sonriente dijo que no había problema. La amiga alemana de mi amiga, que habla de
Después de 20 min. esperando sentada en la habitación a que viniesen a hacer mi cama, decidí ir al WC, que estaba separado de la bañera y del resto de la habitación. Llaman a la puerta, me subo los pantalones corriendo y cuando abro, veo a dos tías vestidas de calle tirando la funda del sofá cama por el suelo, a un tío con un nórdico en los brazos en la puerta y me cago en todo. Se van, dejando tirados los cojines en el suelo, la funda del sofá en la mesita de noche (?????). Ahí es cuando ya pienso que nada puede ir peor y asalto nuestro mini-bar-portatil-made-in-Spain.
Salimos tarde del hotel, otra vez paradas y paradas de metro para ir a una zona de marcha que promete y comer un quebab que me remató (de lo llena que estaba ya de las salchichas). Luego nos metimos en un bar donde solo había gente tomando cafés tranquilamente. Y cuando ya estaba de bajón total, cogimos un taxi que nos llevó a lo que la chica alemana calificó como discoteca guay o algo así. Ya en la zona, nos asaltó un jovenzuelo inmigrante que pensó que iba a pasar una noche de placer con nosotras convertidas en harén o algo así y del que nos costó desembarazarnos. Después de esto, nos fuimos a la cola de la discoteca, donde una tía ataviada con una cazadora de la US Army, nos miró de arriba abajo para no dejarnos pasar. El local se llama Felix, por si alguien quiere no ir y parece que es bastante exclusivo. Así que estábamos en medio de la nada, a las 3 y pico de la mañana (hora nueva, para más narices). Todo por no buscar información y fiarnos del buen criterio de la chica esta alemana, que se lo agradezco un montón, pero podía habernos preguntado a qué tipo de sitios preferíamos ir, más que nada porque la vestimenta del equipaje de mano no era adecuada para un garito así. Si hubiese podido llevar el baúl que me suele acompañar, entonces ya sí.
Intenté preguntarle a un poli cómicamente adónde podíamos ir que no hubiese ese ambiente y me dijo que no tenía ni idea. Conclusión: a las 4:30 estaba intentando (porque me había tomado un red bull y no podía) dormir. Decepcionada con el fin de semana tan desastroso que tuvimos.
Así que tendré que volver a Berlín en otro momento, con más tiempo, preparada para lo peor y sin muchas expectativas.
Ah! a la vuelta, una vez más Easyjet no respetó el orden de los grupos, así que el C y D pasamos todos juntos y revueltos al avión, con empujones y pisotones.
Que desastre!!! Yo hace tiempo que decidi no volar con low cost. Al final te encabronas tanto que sale más caro.
ResponderEliminarLo de l hotel no tiene nombre.
Cuando un viaje se retuerce no hay quien lo pare.
Deja pasar el tiempo y vuelve sin esa amiga alemana y seguro que lo disfrutas. Yo tnego muchas ganas d eir.
Qué interesante su post. Como el resto de su blog.
ResponderEliminarPues fíjate que a mí las low cost hasta este incidente, se me habían dado bien. Mi madre hasta ligó con un azafato de Easyjet de su edad y todo y se pasó todo el vuelo tratándonos como reinas.
ResponderEliminarPara el hotel vamos a pasar una reclamación, porque aparte mi amiga les envió un email el día anterior a la llegada para preguntar si estaba todo OK y no respondieron. El recepcionista nos enseñó el buzón para que viéramos que no había nada (como si los emails no pudiesen eliminarse sin dejar rastro). Ella tiene guardada la copia y ha comprobado que la dirección estaba correcta.
Bambino: muchas gracias! :)
Mira que tenía ganas de leer tu crónica desde que me enteré en el jnsp de que ibas...y vaya decepción ,peor no te podía salir.
ResponderEliminarEn general tengo comprobado que no hay que fiarse mucho de la gente de buena voluntad que sin conocerte intenta enseñarte la ciudad...porque muchas veces no coincides en nada con ellos y directamente la cagan y tu tienes que ser educado...
Por lo que me han contado Berlin es increíble, así que puede que lo mejor sea ir a tiro fijo desde aquí; enterarse de qué es lo que merece la pena y llevarlo todo apuntadito.
De todas formas, tendrás que darle otra oportunidad a la gran ciudad, a pesar de que la altivez germana no vaya a cambiar.
3xb3: volveré, seguro, pero cuando se me pase el cabreo.
ResponderEliminarOjalá hubiese llevado apuntados todos los sitio que me recomendó la gente en JNSP, delante del poli sólo me acordé del nombre de uno de los locales y él no lo conocía. Para la próxima recabo información de ahí seguro ;)
Que malos los del hotel. A por ellos.
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